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¡Por fin! Por fin había llegado el sábado y eran la siete y cuarto, me cambié y me arreglé (casi me acabé el frasco de colonia). Le dije a mi madre que me marchaba con los amigos y a pesar de que salí rápidamente, al cerrar la puerta aún pude oír la voz de mi madre chillando:
-¡No vuelvas tarde!
Empecé a andar deprisa hacia casa de Sofía, tenía muchas ganas de volver a verla y volver a hablar con ella , ya que el viernes no la había visto porque tuve entrenamiento de fútbol en la escuela.
Su casa era pequeña, de color cobrizo y como ella me había dicho, estaba al lado del supermercado, al otro lado había un pequeño callejón que seguramente daría al patio de atrás. Subí los escalones de madera que daban al porche y llamé al timbre, enseguida me abrió Sofía llevaba una camisa de tirantes rosa y unos vaqueros rasgados, estaba guapísima. Un aroma a perfume embriagador me llegó, me encantaba ese aroma.
-Bueno,¿Nos vamos?
-Claro
Durante el camino hacia el cine empezamos a hablar de nosotros.
El primer turno fue para mí y después de haberle contado todo lo referido a mi familia y a mí le tocó a ella. Como ya me había dicho se había mudado aquí por el trabajo de su padre, que trabajaba para una agencia de transportes. Él estaba casi todo el día fuera así que era ella la que tenía que hacer las tareas de la casa y las comidas para cuando su padre llegara de trabajar. Esto hizo que empezara a sentir un poco de pena por ella y todavía más cuando metí la pata al preguntarle por su madre, que había muerto hacía un año por un cáncer.
-Lo siento mucho, no quería…
-Tranquilo no pasa nada…-me dijo con una sonrisa en la boca.
Cada vez me gustaba más esa chica.
Enseguida llegamos al cine, dónde estaban esperándonos todos mis amigos, era momento para las presentaciones.
Una a una fui presentando primero a las chicas, al llegar al turno de Belén estaba un poco nervioso por cómo reaccionaría, pero ésta dijo “Encantada” y le dio dos besos como habían hecho las demás. Luego lo mismo con los chicos pero cuando le dio dos besos a Jorge este le miraba con mucha atención y luego se acercó a mí y me dijo en voz baja
-Oye tío que buena está!!!
No le dije nada, pero creo que con la mirada que le dirigí tuvo suficiente. Entramos al cine, cada uno iba con su pareja , así que me alegré de haber venido con Sofía, sino me hubiera sentido un poco solo y apartado.
La película no estuvo mal, aunque la verdad no preste mucha atención. Estaba más pendiente de Sofía y de cada uno de sus movimientos. Nos habíamos sentado juntos, y yo había comprado palomitas para los dos. En uno de los viajes que hizo mi mano hacia los aperitivos de maíz, mi mano rozó la suya. Instintivamente los dos nos giramos mirándonos fijamente a los ojos. Fueron sólo unos segundos pero para mí fueron eternos, me hubiera quedado allí el resto de mi vida si hubiera podido. Pero todo lo bueno también debe acabar, un fuerte estruendo en la película nos devolvió a la realidad.
Al salir del cine fuimos todos a cenar al McDonalds y después de cenar fuimos a dar una vuelta. A las doce y pico vi que Sofía no dejaba de mirar su reloj así que le pregunté si quería que la acompañara a casa. Nos despedimos de todos y empezamos a caminar. Durante el regreso hablamos sobre la película y de que le habían parecido mis amigos, “muy majos” fueron sus palabras, acompañadas de una dulce sonrisa. Al llegar a la puerta de su casa ella me dijo:
-Álex muchas gracias por todo lo que estás haciendo por mi, eres muy amable
- No hay de que, es lo menos que podía hacer.
Nos quedamos un rato mirándonos y de repente ella se acercó, me dio un beso en la mejilla y rápidamente entró en casa. Me quedé atónito, durante un rato estuve pensando en aquel beso que me había dado sin que me lo esperara, ojalá me hubiera dejado devolvérselo, una sonrisa se dibujó en mi cara. Empecé a andar hacia casa, estaba cansado…pero a la vez me sentía el chico más afortunado del mundo.